Una ascensión de envergadura que se llega a hacer larga, pero de gran belleza por lo cambiante del paisaje.
A 9 km. de Benasque está el puente de Lliterola, punto de partida. Un sendero bien marcado se adentra en un bosque. Al cabo de un rato salimos a terreno abierto, para por verdes praderas ir ascendiendo la ladera derecha de un cerrado valle. El paisaje va cambiando, volviéndose más agreste conforme ganamos altura. Continuamos la ascensión paralelos a un arroyo, hasta llegar a un ibon. Lo bordeamos y continuamos ascendiendo, encajonados en el arroyo. Pasamos por la derecha de la base del Perdigueret y fuera de sendero, guiados por los cairns, nos subimos a la cresta del Perdiguero, dejando a nuestra derecha el bello ibón de Lliterola. La cresta se hace larga y penosa, haciéndonos creer varias veces que llegamos a la cima. Desde ésta las vistas son espectaculares, sobre todo hacias el lago del Portillón y la zona del Spijeoles.
Por el valle de Lliterola
Una ascensión de envergadura que se llega a hacer larga, pero de gran belleza por lo cambiante del paisaje.
A 9 km. de Benasque está el puente de Lliterola, punto de partida. Un sendero bien marcado se adentra en un bosque. Al cabo de un rato salimos a terreno abierto, para por verdes praderas ir ascendiendo la ladera derecha de un cerrado valle. El paisaje va cambiando, volviéndose más agreste conforme ganamos altura. Continuamos la ascensión paralelos a un arroyo, hasta llegar a un ibon. Lo bordeamos y continuamos ascendiendo, encajonados en el arroyo. Pasamos por la derecha de la base del Perdigueret y fuera de sendero, guiados por los cairns, nos subimos a la cresta del Perdiguero, dejando a nuestra derecha el bello ibón de Lliterola. La cresta se hace larga y penosa, haciéndonos creer varias veces que llegamos a la cima. Desde ésta las vistas son espectaculares, sobre todo hacias el lago del Portillón y la zona del Spijeoles.